lunes, 16 de marzo de 2015

Guía para viajar al Caminito del Rey


Seguro que si visitas este artículo es porque ya te han llamado las imágenes del #CaminitodelRey que proliferan por la red de un sendero sorprendente que cuelga hasta 100 metros sobre un escarpadísimo desfiladero que pone los pelos de punta o alguien te ha puesto sobre aviso. En cualquier caso es uno de esos sitios de los que te dices: ¡coño, yo tengo que visitarlo!

La toponimia de este Paraje Natural ya presagia una apuesta de naturaleza distinta: Tajo de la Encantada, Desfiladero de los Gaitanes, Caminito del Rey, Gaitanejo, nombres que te transportan a un territorio de titánicos constructores. Sin duda es una experiencia que no te puedes perder.

No ha sido posible durante muchos años por las vidas de montañeros y alpinistas que se ha cobrado cuando el trayecto era intransitable. Pero hoy, ese alucinado sendero que se construyó para uso y servicio de los obreros que trabajarían en el Pantano del Guadalhorce y en el Embalse del Tajo de la Encantada o de Gaitanejos y que tomaría el nombre de Caminito del Rey tras la visita que realizó Alfonso XIII en 1921.

Pues sí, visitarlo es una actitud altamente recomendable. Por la adrenalina de pasear sobre el aire soportados por una sencilla pasarela de madera, aunque los nuevos arreglos la han dotado de plena seguridad.

Ante todo reserva tu visita. Comienza a funcionar a partir del 28 de marzo, pero los primeros 60 días ya están completos y sólo quedan días laborables en el mes de mayo. De momento es gratis y no se sabe muy bien cuánto costará en el futuro, pero que costará pasta, seguro. Y lo cierto es que posiblemente merezca la pena pagar si se mantiene la instalación y la seguridad, porque es un paisaje que debemos conservar y mimar, además de gozarlo.

El recorrido son unos 3 kilómetros entre la entrada y la salida, pero si añades las pistas forestales y que tienes que entrar y salir por el mismo sitio del Caminito, la cosa no baja de las 3 horas y los 10 kilómetros, así que prepárate para ir cómodo y con buen calzado, que aunque la seguridad está rigurosamente cuidada, los tramos de escalera son, aunque no peligrosos, sí incómodos.

Si optas por el tren, aquí puedes consultar los horarios para llegar a la estación de El Chorro (una barriada de Álora) y desde allí caminar apenas un par de kilómetros hasta la entrada del Caminito del Rey.

Pero yo creo que eres de los que te mueves en coche. Entonces te recomiendo el siguiente itinerario. Llega a Ardales como te indicará cualquier GPS o el mismo Google Maps. Busca la dirección El Chorro y los pantanos.

En coche debes dirigirte al Merendero el Mirador y aparcar en alguno de los parkings que por allí encontrarás. Antes ya te habrás regocijado con el maravillo paisaje de la ruta de los pantanos que te llenan las pupilas de agua turquesa.

Si tienes suerte, uno de los que viaja contigo tiene vértigo y entonces que ella o él os busque en la salida (o entrada si accedes por ese sitio, claro) de Álora, en la barriada del Chorro en la presa del Tajo de la Encantada y la pequeña y encantadora barriada montañera allí establecida (ha sido una atractiva escuela de escalada muchos años). Vuestra/o colega habrá recorrido una carretera (MA-444) de intensas curvas, pero de mirar generoso. Incluso ha podido detenerse a estudiar las peculiaridades geológicas del terreno y visitar las ruinas de Bobastro, capital de un guerrillero levantisco, que de todo hay en el camino.

Mientras, tú o vosotros, desde el merendero podéis acceder andando por la pista forestal que te conducirá a Gaitanejos, una pequeña presa y estación hidroeléctrica que permite el acceso a esa entrada del desfiladero.
Para los más atrevidos (y también la ruta que os sugiero), preguntad en el merendero cómo llegar al túnel que conecta la carretera con la pista forestal. Se encuentra poco antes de llegar al restaurante el Kiosco. Es para ponerse a tono en la oscuridad de un largo túnel (unos doscientos metros, pero a lo mejor son menos) en el que apenas cabes de pie y sólo ves la salida como un débil punto luminoso.

Pero al fin se acaba y te plantas en un preciso valle escondido que baja en dos kilómetros hasta el pequeño embalse de Gaitanejos


y los bordeas hasta que comienzas el primer tramo de pasarela por el angosto desfiladero que ofrece momentos de delicada y vertiginosa contemplación.

Tras unos 15 minutos de singular planeo sobre el vacío,





este primer tramo se va abriendo a un fértil valle (Valle del Hoyo)


por donde el Caminito del Rey se hace tierra y atraviesa un silencioso bosque de pinos

ilustrado por el continuo recital del pardillo común y el rumor del conducto canalizado de una toma de agua que nos acompañará los dos kilómetros de plácida entrega hasta la segunda y más frenética pasarela.
















Trepidantes escaleras, oscuros recovecos y pequeños túneles jalonan esta parte del recorrido.


Casi seguros que verás por las pocas hendiduras de la pared de enfrente el transcurrir de algún tren AVE que da idea de la gran obra de ingeniería que costó domar tan agrestes roquedales. quieres capturar cada pliegue de la escamosa pared, retratar el buitre que te sobrevuela o la flor que te grita en colores a tu paso.

A lo largo de este serpenteante trozo de pasarela podrás sentir el vértigo en el mirador de cristal, o detenerte en conocer el fósil de ammonites (recuerdo de tiempos remotos en que las aguas marinas cubrían estos parajes) que con cientos de millones de años a cuesta se burla de tu fragilidad humana.




También encontrarás tristes hitos en forma de placas que tratan de conservar un recuerdo de aquellos montañeros y alpinistas que perdieron la vida desafiando estas paredes cuando el camino se convirtió en un trayecto de alto riesgo.






Para domeñar el vértigo nos queda un último hito, atravesar el puente colgante de 30 metros a más de 100 metros de altura. El bamboleo y la continua visión del agua transcurriendo muy por debajo de tus pies te sitúa el estómago a pocos centímetros de la garganta. Y sólo nos queda la pared final para o bien darnos la vuelta, o bien ir a buscar la/el colega y dejaros caer a tomaros unas cañas (el que conduzca que se prive) en alguna de las ventas que a buen seguro distinguiréis a la primera.

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